En Centroamérica la propuesta no había sido escuchada. La directora para Latinoamérica del Woodrow Wilson International Center for Scholars, Cynthia Arnson, en conversación con El Espectador, afirma que esta iniciativa proviene de una corriente de opinión que culpa a los países consumidores (EE. UU. y naciones europeas) de las tragedias que ha traído el narcotráfico. En efecto, Pérez advirtió que los sangrientos choques con el narcotráfico seguirán mientras EE. UU. mantenga un elevado consumo de estupefacientes y llamó al país norteamericano a asumir su corresponsabilidad con la producción y tráfico de drogas.
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La política antidrogas que ha implementado EE. UU. en la región, según Arnson, ha generado el desplazamiento del narcotráfico de un lugar a otro: “Centroamérica ahora sufre los efectos de los éxitos contra la insurgencia —no tanto contra el narcotráfico— en Colombia”. Tanto para Pérez como para Santos, dice Arnson, “el modelo tradicional para penalizar las drogas está quebrado y hay que buscar una nueva fórmula”. Añade que la iniciativa de Pérez obedece a una enorme frustración en la región por las vidas que ha cobrado las décadas de políticas represivas contra el tráfico de drogas.
Funes, durante la reunión con su homólogo guatemalteco, afirmó estar abierto a debatir la iniciativa con los demás mandatarios centroamericanos, los cuales aún no se han pronunciado al respecto. Para Arnson, la propuesta, “aunque no se implementará como política, es un mensaje que cobra fuerza”, así como un resultado de la frustración regional respecto a las políticas antidroga de las últimas décadas.
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