Q&A con Martín Burt, Fundación Paraguaya

Image - Q&A Martin Burt

Q: Paraguay es uno de los pocos países de América Latina que no ha visto un aumento exponencial en los casos de COVID-19.  En los primeros días de julio, el país tenía 2,260 casos y 19 muertes, en comparación con 282,043 casos en Chile y 5,753 muertes. Aunque hubo un incremento en los casos en las últimas semanas de junio, en general, la propagación del virus sigue siendo manejable. ¿Cuáles son las principales razones del éxito de Paraguay en contener el coronavirus?

A: Podríamos citar tres razones por las cuales Paraguay ha podido contener el coronavirus hasta ahora: el aislamiento geográfico, sin salida al mar; un tráfico aéreo pequeño; y ser los primeros en imponer la cuarentena y restricciones.

La cuarentena estricta se decretó luego de que se confirmaran los tres primeros casos en el país, a principios del mes de marzo. A la cuarentena temprana, siguieron la suspensión de las clases en todos los niveles, el cierre de los aeropuertos y todos los puntos de entrada al país. Todas las personas que debían ingresar al país por razones humanitarias eran obligadas a cumplir una cuarentena de 14 días en albergues destinados por el gobierno para tal efecto antes de poder trasladarse a su lugar de destino final (esta medida sigue vigente al tiempo de esta entrevista). La circulación en el país quedó restringida, salvo para casos de excepción, como la compra de alimentos o medicamentos. También se decretó un toque de queda para evitar las reuniones nocturnas y la circulación de las personas.

Esta primera fase de la cuarentena tuvo un alto acatamiento debido, en parte, al temor al contagio, pero también por los controles que realizaron la policía y los militares en todo el país. Y cobra gran protagonismo una actividad: el delivery. Farmacias, supermercados, todos los negocios que por su carácter esencial pudieron seguir funcionando, ofrecieron el servicio de delivery para que la población pueda cumplir con la cuarentena estricta.

Tomando en cuenta los buenos resultados iniciales, la fatiga causada por el encierro total y el deterioro económico de la población, en donde casi el 70 por ciento son trabajadores informales, a principios de mayo, el gobierno comenzó otra fase llamada “cuarentena inteligente”, que significa un retorno progresivo a las actividades. Es en estas últimas fases se ha producido un incremento sustantivo de los casos de coronavirus, por distintas razones: incumplimiento de las medidas sanitarias, pasajeros de vuelos humanitarios que ya vienen con síntomas, etc. El grupo etario más afectado por el COVID-19 en Paraguay es el de 20 a 39 años que, técnicamente, se considera fuera de riesgo.

Q: Casi el 65 por ciento de los casos activos en Paraguay están en distritos fronterizos con Brasil (Alto Paraná, Canindeyú, Amambay y Concepción). El país vecino sufre un brote incontrolado, con más de 1.4 millones de casos y más de 60,000 muertes. Dada la larga y porosa frontera con Brasil, ¿qué medidas ha tomado el gobierno para limitar la propagación del virus desde Brasil? ¿Han trabajado las autoridades paraguayas con sus pares brasileños y con las autoridades locales en Mato Grosso do Sul y Paraná para coordinar la respuesta a esta crisis de salud pública?

A: Una de las primeras medidas que tomó el Gobierno de Paraguay fue el cierre de la frontera con Brasil. Paraguay ha intensificado los controles en la frontera seca con el vecino país al detectar que en las áreas urbanas ha habido un aumento de contagios por COVID-19. También son intensos los controles a lo largo del Río Paraná, que comparte con Brasil; son varios los detenidos por haber intentado ingresar al país a nado o en pequeñas embarcaciones a remo.

Si bien ambos países han trabajado juntos desde el Consejo del Mercado Común del Mercosur para combatir el coronavirus en los países miembros, los Ministerios de Relaciones Exteriores de ambos países han colaborado estrechamente para la repatriación de los ciudadanos paraguayos que deseaban regresar a Paraguay, y ha habido contactos con las autoridades municipales de las ciudades brasileñas limítrofes. Es mi parecer que esta pandemia se caracteriza por una falta de cooperación y coordinación mancomunadas entre las naciones. Tal vez, en el caso de Paraguay y Brasil, se deba a dos posturas casi diametralmente opuestas de abordar la situación. No obstante, si debo destacar la ayuda desinteresada que prestaron las ONG brasileñas y el pueblo del vecino país a los ciudadanos paraguayos en su regreso a Paraguay, que, en algunos casos, no estuvo exento de todo tipo de vicisitudes.

Q: En los últimos 20 años, la economía de Paraguay ha crecido por encima del promedio regional. Según el último pronóstico del Banco Mundial, la economía de Paraguay se contraerá un 2.8 por ciento este año, pero verá una fuerte recuperación el próximo año. Por el contrario, se espera que la región experimente una contracción económica del 7.3 por ciento este año y una recuperación anémica en 2021. ¿Cómo ha afectado COVID-19 a la economía paraguaya? ¿Qué factores explican la esperada recuperación?

A: En el Paraguay, la crisis se hace sentir afectando especialmente a los trabajadores informales, quienes ganan al día su sustento, así como comerciantes y trabajadores del sector privado. Antes de la pandemia, el Banco Central del Paraguay estimaba un 4 por ciento de crecimiento en el 2020. Actualmente, el mismo organismo prevé una recesión económica de 2.5 por ciento. El FMI pronostica una recesión del 5 por ciento para Paraguay.

La pandemia afectó a Paraguay cuando el país se encontraba en un proceso de recuperación económica, después de que el crecimiento se estancara en 2019. La economía estuvo en recesión durante el primer semestre de 2019 debido al débil desempeño de sus principales socios comerciales, especialmente la Argentina, y a las condiciones climáticas adversas, pero comenzó a recuperarse en el segundo semestre ya que la producción agrícola se recuperó de la mano de un clima favorable.

Si bien el sector bancario de Paraguay tiene una exposición mínima a la Argentina, los vínculos del sector real, a través de las exportaciones y las remesas, son más fuertes. Además, la concentración de las exportaciones en unos pocos productos agrícolas sigue permitiendo que el crecimiento y la pobreza sean vulnerables a las fluctuaciones en los mercados de commodities y a los shocks relacionados al clima, que afectan especialmente a la población más vulnerable.

El Gobierno de Paraguay está hablando de una Ley de Rehabilitación Económica de alrededor de US$2,500 millones, que se concentrará en la inversión pública, con un ambicioso plan de vivienda y obras públicas y en la formalización del sistema social ampliando los subsidios a los trabajadores informales y con suspensión de contratos. La parte negativa es que el estado paraguayo no es capaz de entregar subsidios de forma ágil porque no sabe a quién entregárselos. Además, la corrupción estatal sigue haciendo estragos en cualquier presupuesto y la respuesta de los tres poderes, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, ha sido tímida, lenta y decepcionante.

Q: A pesar del crecimiento económico en los últimos años, Paraguay enfrenta muchos desafíos, que incluye la corrupción y la pobreza. Su organización, Fundación Paraguaya, se dedica a reducir la exclusión social y la pobreza. El país ha avanzado mucho en la reducción de la pobreza, pero el país se desempeña mal en su capacidad para combatir la corrupción. Una serie de escándalos de corrupción de alto perfil, uno que casi llevó a la destitución del presidente Mario Abdo Benítez, plantea serias preocupaciones. Dado que la corrupción y la pobreza están estrechamente relacionadas, ¿cómo pueden la sociedad civil y el gobierno trabajar juntos para resolver estas barreras estructurales para el desarrollo del país?

A: “No quedará ninguna familia pobre en Paraguay,” esa debe ser la consigna del gobierno, del sector privado y de la sociedad, con cada sector de la sociedad haciendo su parte. Con 13 ministerios y 84 secretarías, contamos con un estado grande y con gran potencial de proveer bienes y servicios. Recursos hay, en el sector público y en el privado.

El problema es que el estado paraguayo no logra ser eficiente ni efectivo a la hora de acercar servicios públicos a las familias que los necesitan. Apenas logra “poner a disposición” de la población sus prestaciones. De ahí que el objetivo debería ser “apuntar” puntual y específicamente a cada familia para proveer el servicio que la misma necesita. Necesitamos información específica y relevante sobre cada aspecto de la pobreza de cada “unidad” del Paraguay. ¿Y cuál es esa “unidad”? Pues no es cada habitante, sino cada familia, la base mínima de la sociedad. Necesitamos saber cómo luce la pobreza multidimensional de cada familia. Necesitamos saber qué familia no tiene electricidad, para que la institución encargada vaya a esa casa y se la provea. Necesitamos saber qué familia no tiene presupuesto familiar, para que el organismo estatal responsable la invite a un curso de capacitación. Necesitamos saber quiénes en la familia no están escolarizados, para que el Ministerio de Educación se ocupe de la misma.

Necesitamos un censo, pero no el típico registro que muchas instituciones tienen. Se trata de tener un registro único de familias que permita a cada una construir un tablero de control de sus necesidades para tomar conciencia de éstas e ir resolviéndolas con apoyo del estado y el sector privado. Se trata de que cada familia sea protagonista de su propia salida de la pobreza.

No es la falta de recursos, y tal vez ni siquiera la corrupción. Son las políticas y las acciones gubernamentales dispersas y descoordinadas, enfocadas no en la familia sino en los individuos beneficiarios. Es la manera en que se mide el éxito en el estado: por actividades y gestión, y no por resultados e impacto.

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